Redes sociales y sanidad, una oportunidad y mucho trabajo por hacer

8 Oct

Josep Vidal AlaballJosep Vidal Alaball, Médico de Familia. EAP Artés (ICS)

Sea en el campo que sea, las redes sociales abren un abanico de oportunidades. Sus funcionalidades llevan años cambiando la vida de muchas personas, empezando por las relaciones con los más próximos pero también con las organizaciones, empresas y marcas que nos rodean o incluso con el personal sanitario.

En el campo de la salud, no tengo claro que las redes sociales hayan de servir para mejorar la relación y la interacción con los pacientes porque eso ya se debería hacer en las consultas del día a día. Lo que sí es cierto es que deberían servir para que los pacientes puedan consultar o reforzar aspectos médicos que a veces no se pueden desarrollar por completo en una consulta médica. Un buen ejemplo de esto tiene que ver con el uso de inhaladores. A veces, para un profesional puede ser más fácil recomendar un vídeo sobre cómo las personas con enfermedades respiratorias lo utilizan que enseñar la técnica correcta a marchas forzadas.

Además, en el campo de la prevención de enfermedades y la promoción de la salud las redes sociales tienen mucho camino por delante. Actualmente hay un gran interés en temas relacionados con la adquisición de hábitos saludables y creo que sería bueno que los profesionales sanitarios participáramos aportando nuestros conocimientos y experiencias.

Los chats para responder dudas también son muy positivos pero hay que tener cuidado. Como ocurre con algunos programas de radio donde se responden dudas médicas en directo, estos espacios de interacción deberían centrarse en aspectos genéricos y no entrar en detalles concretos de pacientes afectados. Por el contrario, los chats u otras formas de interacción entre profesionales son muy útiles, ya que ayudan a compartir experiencias y conocimientos. En este sentido, es muy destacable la filosofía y las posibilidades que ofrecen nuevas herramientas como el Observatorio de Innovación en Gestión Sanitaria.

En una línea similar, una de las experiencias tecnológicas que mejor resultado han dado a lo largo de estos últimos años han sido los programas de telemedicina implantados en la Cataluña Central. Tuve el privilegio de poderlos desarrollar cuando ocupaba tareas de gestión y ahora tengo la gran suerte de disfrutarlos como profesional clínico. Prácticas innovadoras como la teledermatología, las teleúlceras, la teleresonancia y la teleaudiometria facilitan nuestra labor diaria y tienen una gran acogida por parte de los usuarios. No podemos esperar más a implantarlos en toda Cataluña.

Estas experiencias son ejemplares y muestran la mejor cara de los usos de las redes sociales, pero paralelamente al impulso de estas nuevas oportunidades, creo que hace falta más educación y formación para entender sus usos correctos y también sus límites y puntos débiles para evitarlos. Además, todavía cuesta encontrar cursos para profesionales sanitarios sobre nuevas tecnologías y redes sociales organizados de manera rutinaria por instituciones públicas, y de cara a los pacientes aún hay más carencias. Trabajar también en esta línea es indiscutible si se quieren conseguir los mejores resultados con la incorporación de las nuevas tecnologías en la gestión sanitaria.

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