Manel Balcells, comisionado del Departamento de Salud en el Centro Tecnológico LEITAT
Uno de los retos de cualquier país que apueste por la economía del conocimiento es, sin duda, situar la innovación como eje estratégico de crecimiento y desarrollo, y conseguir que esta innovación revierta en valor económico. Es decir, que se devuelvan a la sociedad los beneficios de la inversión en investigación básica y aplicada realizada.
Sin embargo, cualquier país prioriza los sectores productivos donde tiene importantes fortalezas, favoreciendo las condiciones para hacerlo posible -lo que se llama ecosistema innovador-, y completando así la cadena de valor desde la investigación hasta el mercado.
En nuestra casa, Cataluña, es bien sabida la notable disociación entre el elevado nivel de la investigación biomédica, que es puntera en Europa y tiene relevancia mundial (se pueden consultar los resultados de los centros en el informe de Central de Resultados) y el moderado grado de innovación reflejado por los estándares europeos y publicados por la Comisión Europea en los Regional Innovation Scoreboard.
Niveles de innovación regionales
Fuente: Comisión Europea, Regional Innovation Scoreboard 2014
Revertir esta situación no es nada fácil. Ni siquiera se puede esperar que se produzca con actuaciones puntuales por muy brillantes que puedan ser o por una serie de casos de éxito que aparezcan en el horizonte inmediato. Es necesario un cambio de paradigma, que sea fruto de definir en primer lugar una estrategia y, posteriormente, de implementarla con eficiencia y eficacia.
En este sentido, para contribuir a acelerar este proceso, el CASost (Consejo Asesor para la Sostenibilidad y el Progreso del Sistema Sanitario), órgano asesor del presidente de la Generalitat, ha elaborado un informe titulado Propuesta de estrategia de valorización del conocimiento en el sistema sanitario y de investigación en salud en Cataluña. El informe, refrendado también por prestigiosos especialistas en este ámbito, apuesta precisamente por un conjunto de medidas que permitan que Cataluña se comporte, en cuanto a la puesta en valor del conocimiento biomédico, como los países más punteros en un período relativamente corto de tiempo.
De esto podríamos decir acelerar la innovación en el campo de la salud. Para hacerlo, primero hace falta la estrategia y después los instrumentos. Pero sobre todo es necesaria la voluntad política de querer salir adelante.