Durante los últimos años, el número de aplicaciones médicas para móviles o apps de salud ha aumentado exponencialmente. De este modo, en el año 2017 se calcula que hay casi 200.000 apps de salud en el mercado.
Se trata de soluciones tecnológicas que monitorizan datos como la presión sanguínea, los pasos que damos, los minutos que corremos, las pulsaciones que tenemos, las calorías que ingerimos e, incluso, si dormimos bien o mal. También hay dispositivos móviles que pueden funcionar sincronizados con otros dispositivos, como por ejemplo, para calcular los niveles de glucosa en sangre.
Hace 4 años, la FDA publicaba una guía sobre aplicaciones médicas para móviles dirigida a fabricantes. Las agencias reguladoras contemplan aspectos que pueden suponer un riesgo para los usuarios de un producto; en el contexto de apps de salud, esto hace referencia por un lado a las aplicaciones que funcionan con un instrumento médico regulado (por ejemplo, de imagen médica) y, por otro lado, a las aplicaciones que funcionan como un dispositivo médico (por ejemplo, electrocardiograma ECG para pacientes cardiovasculares).
¿Pero qué pasa con la evaluación de apps médicas? AQuAS ha trabajado en una propuesta de marco teórico al respecto. Es importante identificar qué dimensiones pueden ser útiles para evaluar una app de salud en términos de evidencia científica, seguridad y aspectos de privacidad.
Las agencias de evaluación pueden tener un rol activo en evaluación y también en el desarrollo de soluciones tecnológicas. Destaca el papel de AQuAS en experiencias piloto de diferentes proyectos de salud conectada: PEGASO centrado en la promoción de estilos de vida saludable entre adolescentes, DECIPHER como solución integral para facilitar la movilidad geográfica de los pacientes con enfermedades crónicas y m-resist centrado en esquizofrenia y pacientes resistentes al tratamiento.
Más allá de estas experiencias, AQuAS ha firmado recientemente un convenio de colaboración para el diseño y el desarrollo de la aplicación móvil Human-Castle dirigida a professionales y ciudadanía. Una delegación de profesionales de la salud japoneses de la empresa Kikkoman ha realizado una estancia en AQuAS con este objetivo.
“Hace veinticinco años que Barcelona abría el hecho casteller a las puertas del mundo en la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Barcelona de 1992. Es una coincidencia histórica que coincide con el nacimiento dos años después de la evaluación de las tecnologías médicas en Cataluña, el año 1994. Tenemos ante nosotros un reto importante que puede suponer un cambio de paradigma sostenible y escalable”
“Si juntamos todo el conocimiento y hacemos piña, las probabilidades de levantar un castillo con éxito se incrementarán”
Estos son dos de los titulares de un breve artículo publicado en The Economist sobre esta incipiente iniciativa catalano-japonesa que verá probablemente la luz en el marco de los próximos juegos olímpicos de verano de 2020, oficialmente los Juegos de la XXXII Olimpíada, un evento deportivo que se celebrará entre los días 24 de julio y 9 de agosto de 2020 en la ciudad de Tokio.
Se trata de un trabajo multidisciplinar e integrador que pone en valor el músculo del hecho casteller, la arquitectura catalana aplicada a la arquitectura informática de soluciones tecnológicas y la metodología de evaluación.