Turismo médico

17 Ene
Joan MV Pons

Los que han visto la película británica «El exótico hotel Marigold” (2012) recordarán que una de las protagonistas, una anciana cascarrabias que después, gracias a sus habilidades contables salva el hotel, se va a la India para poder ser operada más rápidamente de una artroplastia, no recuerdo si de cadera o de rodilla. Constituye un ejemplo más de lo que se conoce como turismo médico, desplazarse a otro país para encontrar un servicio sanitario que se necesita y de una forma más rápida o barata.

Barcelona es un foco de atracción en el turismo sanitario y diferentes clínicas y hospitales de la ciudad se publicitan, en una mezcla de intereses de hoteleros y de profesionales de prestigio, a través del Barcelona Medical Center y la Barcelona Medical Agency. La misma Agencia Catalana de Turismo lo incluye como un valor. No hace mucho tiempo, cuando habían dudas sobre si los tratamientos con antivirales de acción directa para tratar los infectados con el virus de la hepatitis C llegarían a todos los afectados, algún país listo como Egipto, donde el turismo ha caído mucho por varias razones que no escapan a nadie, anunciaba que por 5.900-8.000 € uno podía pasar una semana en el país, dar una vuelta por las pirámides y, a la vez, recibir el tratamiento. Cabe decir que en Egipto, por la alta prevalencia de hepatitis C, tienen mucha experiencia y los encantos turísticos, más si añadimos un tour por el Nilo, son indiscutibles.

Con todo esto del turismo sanitario no estamos diciendo nada nuevo, ya en la época de los griegos algunos templos de Asclepio tenían más llamada que otros. Es un fenómeno que hace bastantes años que va en aumento, aunque como sucede en otros tipos de comercio se ve afectado por las recesiones económicas. Se habla de un turismo médico sensible a la calidad y otro más sensible al precio, predominando en el primero la gente acomodada y en el segundo la clase media. No parece que haya ningún país proteccionista en este ámbito, por el contrario, constituye un tipo de importación (personas que vienen buscando el servicio sanitario con una estancia corta pero fácilmente extensiva a largo plazo con los pensionistas que vienen a fundirse los últimos años con sol y playa) y que casi se puede considerar como una forma de inversión extranjera.

Hay países que en esto del turismo sanitario, siguiendo las recomendaciones de Adam Smith, se han especializado. Barcelona es conocida por sus centros oftalmológicos, cirugía digestiva, trasplante y clínicas de reproducción asistida. Por lo que refiere al trasplante, todo el mundo sabe que el comercio con órganos humanos está prohibido, pero nadie duda que en algunos países se lleva a cabo. Sobre la reproducción asistida, la mayor o menor atracción de un país viene muy determinada por el grado de permisividad en su legislación y, como en otro tipo de turismo sanitario, por los precios. Este tema legal se pone especialmente de manifiesto en lo que se conoce como maternidad subrogada o vientres de alquiler. Se dice que esta “industria” en concreto, donde puede diferenciarse la subrogación gestacional (de embriones generados in vitro) y la tradicional (solamente inseminación artificial) llega a mover unos 6 mil millones de dólares anualmente y la India es uno de los grandes focos. Ni que decir que tanto en la reproducción asistida como en el trasplante hay cuestiones éticas importantes.

Uno puede encontrar, además de lo que se ha venido refiriendo, un amplio abanico de servicios fuera: cirugía cardíaca, bariátrica, plástica, de todo tipo, incluída la más tradicional cura de balnearios en lugares seleccionados (¿quién no recuerda «La montaña mágica» de Thomas Mann?). Para aquellos que ven el mundo como una fuente potencial de negocio, el turismo médico puede constituir una gran inversión y si se mantienen las tendencias actuales todavía crecerá más en el futuro. Es también un campo de comercio extremadamente  competitivo, especialmente en precios, como muestra una comparativa internacional de tarifas.

Entrada elaborada por Joan MV Pons.